La nube está aquí y ha llegado para quedarse. No hay duda de las muchas ventajas que aporta el tener una parte de nuestra infraestructura en la nube. Hoy día existen alternativas serias para poder elegir pero no siempre es posible acometer un proyecto usando, exclusivamente, los recursos de la nube pública. Restricciones corporativas, legales, o un sentido del valor e importancia de nuestros datos, pueden desaconsejar, o impedir, el uso de las nubes públicas.
Pero la nube no se acaba aquí. Es posible aprovechar las ventajas de este tipo de infraestructuras, dentro de las condiciones exigidas en cada empresa, mediante la utilización de nubes privadas y aprovechar las ventajas que la consolidación de infraestructuras en los data centers actuales nos aportan. Las nubes privadas garantizan, de una forma que no pueden hacer las nubes públicas, la propiedad y exclusividad de nuestros datos y, por eso, son una alternativa muy interesante a éstas.
No importa si se trata de nube privada, pública o híbrida, existen tres elementos básicos que hacen que, consolidar los recursos en un data center, sea una buena idea:
Los centros de datos actuales utilizan, en procentajes cada vez más crecientes, energías verdes o limpias con lo que la huella de CO2 de nuestras necesidades operativas se ve reducida y eso siempre es positivo.
Por otra parte casi podríamos afirmar, con toda seguridad, que ninguna sala de datos corporativa gestiona adecuadamente la refrigeración, separando el circuito de frío del circuito de calor de tal forma que los equipos estén refrigerados eficientemente y se consuma sólo la energía necesaria. Normalmente este defecto se compensa en base a incrementar el nivel de refrigeración muy por encima de lo que sería realmente necesario con el desperdicio energético y económico que esto representa.
Finalmente, salvo casos muy específicos, los sistemas no se monitorizan 24 horas al día con lo que los fallos de hardware tardan en resolverse y el impacto en la organización puede llegar a ser importante.